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sábado, 5 de diciembre de 2009

Train to Copenhagen

A valido la pena levantarse temprano y aguantar el chirimiri de Bruselas, para llegar a un acto espectacular, un largo tren que parte con personalidades, entidades, ONGs i multitud de personas que quieren asistir a la cumbre de Copenhagen, la unión de ferrocarriles europeos ha organizado este tren que salia hoy de Bruselas Midi.






Hasta San Nicolas ha venido a despedir al tren.


Nosotros continuamos nuestra ruta que hoy esperemos que nos permita pasar una nueva frontera, llegaremos a Holanda.

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De vuelta de la estación de Midi de donde ha partido el tren hacia Copenhagen, paramos a comprar fruta en una de las vistosas fruterías que encontramos en el camino.






Un grupo de españoles se interesa por nosotros, la banderola y las marcas del país les han a traído, nos brindan su máxima colaboración mientras estemos en Bruselas. Nos comprometemos a llevar su mensaje de defensa de la tierra hacia Copenhagen junto a los más de 30.000 que portamos con nosotros.





Bruselas como ciudad nos ha decepcionado un poco, el día no acompaña esta gris y chispeando, aunque tienen mucho carril bici y señales y posibilidad de ciclar con aparente seguridad, la forma de conducir los coches, es rabiosa, nos hemos sentido en varias ocasiones, como en España, pendientes en cada esquina y con esa sensación del vehículo a motor en la nuca, paradojicamente cuando te metes en una de las muchas calles de doble sentido para la bici y una sola dirección para los coches, te respetan mucho mas, parece como que aceptan los espacios para bicicletas, pero en el que ellos creen que les pertenece, la calzada, quieren seguir siendo los reyes.


















A nivel turístico, ni la persona de la recepción del hotel ni la gente de la calle, nos sabia indicar una cosa tan pintoresca como el niñito meón que es famoso en el mundo entero.

El Manneken Pis (en dialecto bruselense Menneke Pis, ‘niño que orina’) es una estatua de bronce de unos cincuenta centímetros situada en el centro histórico de Bruselas (Bélgica) que representa a un niño pequeño desnudo orinando dentro del cuenco de la fuente. Junto con el Atomium y la Grand Place es uno de los símbolos de la ciudad y una de sus principales atracciones turísticas, simbolizando el espíritu independiente de sus habitantes. (Wikipedia)

Al final gracias a las indicaciónes de un hombre, al que le costo bastante y que tuvo que revisar nuestro plano proporcionado por la oficina de turismo, y que a parte de mucha información comercial, no ayudada demasiado en lo turístico, estábamos ni a 5 minutos del dichoso niño.

Nos lo encontramos vestidito de San Nicolas, ciertamente es muy pequeño, pero vestido, así aun me lo parece más.





Con un poco más de interés por indicar las cosas, seguramente hubiéramos aprovechado la mañana mejor y viendo mas cosas, pero hasta el Garmin fallaba constantemente, no encontraba ninguna calle de las que leíamos en el mapa. Al final lo descubrimos, por alguna razón hay calles que tienen dos nombres.






Teníamos ganas de salir de Bruselas, queríamos de una vez empezar a hacer ruta ciclista, el dilema: la distancia entre Bruselas y Rotterdam con más de 100 km y la con la tentación de la esperada entrada en Holanda.

En la laboriosa búsqueda de la estación central, un hombre se nos acerca interesado por las banderolas, es un español que tiene el blog http://www.blogbruselas.com . Nos confirma que si, que en Bélgica el tema señalización es pésimo y que hasta en las carreteras es fatal.





Lastima no haberlo encontrado antes.

La información en la estación sigue la linea del país, mucha promoción y folletos de las grandes lineas y la alta velocidad, pero el ferrocarril interno, el de pueblo a pueblo, solamente esta indicado en unos plafones que si alguien no te explica su funcionamiento no es fácil entenderlos.










Nuestra única duda era saber si entre Amberes y la frontera con Holanda, había alguna estación en el camino hacia Rotterdam, queríamos ciclar unos kilómetros, el cuerpo nos lo pide, estamos hartos de subir y bajar a trenes, por favor un plano alguna cosa que nos permitiera orientarnos, ni preguntando en las taquillas, de todas todas te mandan a los plafones.

El estrés se apoderaba de nosotros veíamos las indicaciones de próximas salidas en pocos minutos y nosotros perdiendo el tiempo, sin conseguir información.

Finalmente comprendimos la forma de interpretar los plafones, los de color azul son días laborables y los de color rojo para fin de semana. En una punta empieza el primer tren de la mañana y en negrita te indica la dirección, que no el destino y luego en letra pequeña, están las paradas.

Aclarar que si Google maps indicara las estaciones de tren, esta labor seria más llevadera, encontramos un tren que vía Amberes tenia una parada a pocos kilómetros de la frontera con Holanda, Essen ese sera nuestro destino, el tren parte en 10 minutos a correr para buscar los ascensores, que por supuesto no están demasiado bien indicados, esto es Bélgica!!!!
para acceder al ascensor no pudimos evitar un tramo de escaleras.






Hemos pagado un billete especial para bicicletas, mientras entra el tren en la estación, buscamos un vagón que nos indique el lugar para bicicletas, no lo vemos, pero en un vagón intuimos un espacio sin asientos, hacia allí, nos vamos, nos cuesta acceder, los trenes de piso plano aun no han llegado. Encontramos un espacio con el dibujito de la bicicleta, repleto de personas de pie con bultos, cochecitos de niños... Al subir un hombre nos ha echado una mano, pero los demás impasibles, nos obligan a permanecer en medio del pasillo.

Estamos indignados y agobiados hemos pagado un suplemento para nada. A los pocos minutos aparece el revisor y pone orden o como mínimo lo intenta, les dice a todos que se tienen que mover para dejarnos poner las bicicletas en el lugar exclusivo para ellas, no ha sido fácil, sobre todo una chica que no se enteraba de nada y que estaba todo el rato en medio.

















Camino a Essen, la ultima población Belga, al acercarnos a Holanda ,el paisaje a través de las ventanillas del tren va cambiando y se empiezan a ver carriles exclusivos para bicis en las carreteras.






Llegamos a Essen, nuestra primera sorpresa, las innumerables bicicletas aparcadas en la estación, con aparcamientos cubiertos para protegerlas de la lluvia.















No vemos ningún ascensor, volvemos a pensar en el sufrimiento de bajar y subir escaleras, pero no va a ser tan difícil, por primera vez encontramos una solución fácil par este tema.
















La carretera que nos ha de dirigir hacia Holanda tiene un carril bici en las dos direcciones, simplemente es una zona pintada de rojo, aunque la carretera es estrecha los coches lo respetan.







Mientras circulamos por Essen, vemos una tienda de bicicletas abierta, es el momento de reparar la rueda de la bici de Miriam que quedo tocada por la puerta del tren camino de Bruselas.







A los pocos kilómetros de salir de la población encontramos el cartel que indica las velocidades y normas para Holanda, el navegador Garmin, nos indica que estamos traspasando la frontera, ya estamos en Holanda.






Al llegar a las primeras casas de Roosendaal, nos sorprende el anochecer, estamos muy al norte y cada vez la noche llega antes, empezamos a alucinar, los niños pequeños por la carretera circulando tranquilamente en bici, en todos los lugares bicicletas aparcadas, empezamos a adentrarnos en otro mundo.



Camino hacia la estación, ya no sabemos si estamos soñando o hemos entrado en una dimensión desconocida, el mundo es la bicicleta, todo lo que pensamos que pueda suceder, sucede, semáforos con prioridad, antes que los coches y diferenciados de los peatones, verdaderas autopistas para bicis y estamos en una pequeña población fronteriza.

Avanzamos y no podemos creer lo que vemos, de todos los rincones salen personas en bicicleta, de todo tipo y condición social.

De pronto delante nuestro vemos a unas chicas que montan en una sola bicicleta, pero al acercarnos ya no sabemos que decir, una de ellas lleva en brazos a un bebe, la amiga la llevaba a la estación,para tomar el tren, es lo más normal, aquí la gente nos mira, porque llevamos unas banderolas enormes, pero aquí no somos los raros, formamos parte de la normalidad, vamos en bicicleta.

Cuando vemos las afueras de la estación, nos quedamos de piedra, montañas de bicicletas aparacadas en la calle, pero si aun quieres mas, un gran edificio de cristal, aparcamiento con diversas plantas para bicicletas.






Comprar los billetes, para Rotterdam, tan sencillo como decir que llevamos bicicletas y alforjas, la señora de la taquilla, nos recomienda esperar al segundo tren que es de mejor acceso para las bicicletas, primera vez que no nos miran extraño, ni se percibe un: buffff bicicletas, al comprar billetes, aquí todo son facilidades.

Llegamos al anden indicado, por cierto con ascensor, y al llegar al tren no nos hace falta buscar el vagón de las bicicletas, un empleado nos lo indica.


























En una media hora estamos en Rotterdam.







2 comentarios:

  1. Bon día ALbert!

    Soy Arturo (el de valencia) y estoy muy orgulloso de la labor que estais haciendo por nosotros y por nuestro planeta.

    Como te habrá comentado mi padre, soy miembro del Grupo de gestion Medioambiental de mi instituto (coordinador de alumnos) y participo en la Agenda 21 local. He transmitido tu iniciativa en mi pueblo (L'Eliana)

    puedes consultar nuestro blog cuando quieras y comentarnos:

    www.ggaiesleliana.blogspot.com

    estamos muy orgullosos de vuestra labor
    ánimo y saludos a tu compañera!

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  2. Hola pareja. Ya subí la foto de vuestro paso por Bruselas y os añadí un enlace en Blog Bruselas. ¡Disfrutad del viaje! :)

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